Un mar limítrofe
De camino a casa observo a un anciano en silla de ruedas al que conduce una joven. Cruzan un paso de cebra y se colocan delante en la misma acera. Se escucha el tono de un móvil y la chica lo agarra de su bolsillo trasero. Responde: - No podemos vernos. Ahora mismo caminamos por el paseo marítimo. Me sorprendo: estamos en el centro de España, ninguna posibilidad de mar por aquí. Los rebaso y observo al anciano disimuladamente. Lleva un boina vasca. Tiene el rostro chupado por la enfermedad y una avanzada vejez si es que no son la misma cosa. Lleva los ojos acuosos, como fijados a un faro en la niebla, a un sendero entre los cabos, a la intuición de un mar limítrofe.