EL HOMBRE QUE COMÍA RATONES

Aquel extraño hombre comía ratones. Al escabeche, al ajillo, fritos o al natural. Se zampaba hasta los huesos. No estaba loco ni en una tenebrosa prisión de los jemeres rojos, estaba muy cuerdo. Era biólogo e intentaba demostrar que un mamífero grande podía subsistir con tan extraña dieta.

Llegó meses atrás para realizar un trabajo para medio ambiente: encontrar los motivos por los que la población de renos se había reducido tanto; en realidad todos presuponían que era por el elevado número de lobos así que en realidad su trabajo sería realizar un censo de la población de lobos al objeto de que se realizará una disminución del mismo y se restableciera el equilibrio ecológico.

A tierras árticas le condujo un esquimal desdentado y aficionado a los rifles. Parapetado en una gélida choza, en la más absoluta soledad de los hielos, entabló simpatía con una familia de estos cánidos doblegándose a su robusto concepto de territorialidad. La primera sorpresa fue comprobar que no existía tan alta población de lobos como se presuponía, pero mayor aún sería advertir que los lobos pasaban de comer renos. Ni los miraban. Degustaban un manjar mucho más sencillo, abundante e inofensivo. Ratones. Al ser aquel descubrimiento un arriesgado hallazgo y temeroso de que nadie le creyera, dispuso imitar a los cánidos. Si un mamífero puede vivir de ratones nada índica que otro de mayor tamaño no pueda hacerlo. Liberado de prejuicios gastronómicos, nuestro héroe engulló roedores durante meses sin que su salud se quebrantara ni su ánimo le mermase.

La teoría quedaba demostrada. Los lobos se alimentaban de roedores. ¿Quién hacía entonces desaparecer los renos? Hubiera quedado desconocida la causa de no ser porque aquel esquimal que le condujo meses atrás a su guarida mostraba ahora una dentadura perfecta y resplandeciente, así como una arma nueva de gran calibre: era un guía de los furtivos.

Hombres de negocios, poderosos industriales, disparaban desde avionetas a las inmensas manadas conforme a la ley del mínimo esfuerzo.

Después el esquimal desollaba las pieles y se hacía con las cornamentas para lustre de despachos e invención de fabulaciones de caza.

Seguramente de regreso a sus áreas residenciales de norteamérica compartirían mesa y mantel con políticos encargados de temas ambientales que llevados por el atávico terror inculparían al lobo. "Sí, sin duda se trata de ataques de lobos y es una pena que existan tan pocos renos, de seguir así Papa Noël tendrá que venir en taxi". Queda claro, los lobos son malos, los lobos no se quejan ni lloran. Culpables. Buena mesa, mejor vino y un hombre de negocios que paga la cuenta desternillándose.

En la década de los 60 un biólogo que se alimentó de ratones evidenció la farsa, todavía su obra suscita fuertes críticas porque mezcló ficción y realidad en su obra literaria pero posiblemente gracias a él todavía existen Canis lupus tundrarum y Rangifer tarandus.

En realidad he desentrañado casi el guión de Los lobos no lloran. Me permití hacerlo porque además de ser una película casi imposible de visionar hoy, las mentiras y la culpabilidades sobre nuestra naturaleza siguen muy presentes.

Hasta científicos, que presupongo bien remunerados, desdicen la existencia de un cambio climático.

Comentarios

  1. toda la razón ... muchas veces no vemos la solución al problema.

    Con el calentamiento global todos quieren generar más energía para subsistir.

    El daño al medio ambiente es cada día más grosero y nuestra subsistencia en este planeta nos hace consumir energía de manera descomunal ...

    Como aumenta la población necesitamos producir mucho más para mantenernos pero toda producción tiene un límite,al ritmo que estamos creciendo todas las energías se agotarán por lo cual es necesario parar el crecimiento demográfico ... pero eso significaría estar a favor de la guerra, asesinatos, accidentes, hambrunas, sida, etc

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  2. Bueno, en realidad creo que con estar a favor de una mínima planificación familiar o con el uso de medios profilácticos bastaría para ralentizar el crecimiento demográfico y seguir repudiando las guerras y la violencia.

    Saludos y gracias.

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  3. No sé en que momento de nuestra evolución como especie, perdimos el sentido de especie y de territorio. Parece que la idea de que hemos heredado el planeta de nuestros antepasados y tenemos la obligación de pasar esta herencia a la generaciones venideras, es una idea “salvaje”, que aún mantienen algunas tribus y algunos grupos aborígenes.
    Somos tan civilizados que se nos olvida con frecuencia nuestra base biológica y nuestro estatus en el ecosistema planetario.
    Malos tiempos para las ideas obvias.
    Por cierto, lo del escabeche no me lo creo, aunque lo de comérselos al ajillo, tiene pinta de ser verdad verdadera.
    Abrazos.

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  4. Anónimo20:43

    Es inevitable. Siempre habrá impostores fieles a la mano que les da de comer. Principios, ¿para qué?.

    Tal vez la subespecie que más daño hace al progreso humano.

    Saludos.

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  5. Muy interesante. Los principales depredadores de todo son los ricos y privilegiados de siempre. Desde que la humanidad vivía en las cavernas. Es muy elogiable que haya personas que con tanto esfuerzo (y supongo, algún riesgo), denuncien tan gran hipocresía social. Besos.

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  6. Anónimo00:32

    El cambio climático, como otras muchas cuestiones, no existe para esas personas.
    Ellos creen que el cambio no les va a afectar y no les importa que sea la herencia de sus descendientes...total, que lo sufran otros...
    Deberían abrir los ojos al mundo real e invertir todo el "talento" en el bien común y no en las armas de destrucción masiva (por ejemplo)

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  7. El cambio climático parece una realidad palpable ya en estos tiempos...pero ciertamente desconocemos datos exactos no alarmistas,solo tenemos datos de telediario,no científicos...y algunos otros que dicen (quizás desde un punto de vista político)que cambiar el planeta no es destruirlo...es un tema interesante para profundizar...
    ¿Ha pensado a quien beneficia que se hable ahora tanto del cambio climático?¿se estará fraguando una nueva política del miedo al modo en que se hizo con el terrorismo?...ahí queda para la discusión porque yo no tengo muy clara la respuesta
    un fuerte abrazo

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  8. Lamentablemente a veces hay que exagerar ciertas conclusiones para que recién comiencen a tomarse en cuenta en un corto plazo, sino, tal vez, pasarían pasando desapercibidas por muchos.
    Hartos saludos, interesante lo que comentas de este biólogo!

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  9. Qué gran verdad!
    Un abrazo!

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  10. Dice por alli que POR LA PLATA BAILA EL MONO...

    Que verdad tan cruel de digerir.

    Y cuantos lobos necesitaremos para seguir "tapando" desdichas?

    Muy bien, Goatemala¡

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