Noche en el fin del mundo

Finisterre

El brazo le dolía con intensidad cuando llegó al fin del mundo. En el roquedal salino que comenzaba al expirar las aguas destacaba un promontorio desde donde en días claros se avistaban los atroces monstruos del Mare Tenebrosum. Allí rezó una oración por su padre y durante unos minutos regresó el recuerdo de Astorga, la enfermedad, la promesa de llegar a Santiago y la tumba a los pies del Teleno. El vocerío de unos peregrinos le sacaron del ensimismamiento, se conminaban a reconocer entre los olores salitrados la peste a azufre de una serpiente marina que soltó su fumarola cerca de la costa. Algunos llevaban en el pecho una concha de vieira que certificara que había cubierto el camino.

Una ráfaga gélida llevó la convulsión a las nubes cenicientas. Al anochecer le llegó el velo translúcido de la lluvia y el muchacho comprobó que se quedaba solo en el paraje. Sin miedo y exhausto busco cobijo bajo un carro destartalado y colgó del eje su zurrón y en los rotos radios por donde flagelaban las gotas extendió su carcomida pelliza. Unas raíces de heno como flácidos tentáculos del mundo silvestre le rozaron la cara. Eran semillas humedecidas y encajadas en fisuras de la madera. Encorvado en ese improvisado techo dispuso sus viandas: dos manzanas, tocino reseco, un mendrugo y cortezas que un lejano día fijaron el límite de un queso. Reservó la fruta y dio buena cuenta del resto.

Se extendió barro en las picaduras del antebrazo y tomó del suspendido zurrón el lienzo pegadizo por el que las había recibido. Apartó la cera y se resguardó por completo bajo la frazada. Pese a que afuera el mundo parecía acabarse, más por el fragor del cielo que por aposentarse en la frontera de la tierra, se sentía seguro bajo ese carro y esa manta como si le resguardaran de las inquietudes del mismo modo en que lo hacían del temporal y de las densas aguas del mar último.

Rememoró los tonos alegres de la chirimía, la extrañeza del vuelo de las aves en esos confines pues lo hacían con el mismo despreocupado afán de su lejano Flandes, el propósito de acompañar a algún trashumante por el camino que llamaban de la plata que le conduciría a unas tierras donde le afirmaron que el sol rara vez se oculta y la simiente se vuelve espiga en dos meses. El sueño mezcló los pensamientos y acabó desvaneciéndole la razón.

Otra vez las criaturas marinas quedaron sin salir esa noche y la nueva claridad que llegó a la anegada costa encontró al muchacho oculto y rígido, con un paño de miel de beleño en la boca.

Comentarios

  1. Noche en el fin del mundo y amanecer en el fin de la vida.

    Me ha parecido un relato inquitante y con una prosa magnifica.

    Espero que la miel del beleño fuese sólo para el momentaneo alivio.

    Dos abrazos

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  2. Inquietante.
    Que es lo que le provoca a uno llegar al fin del mundo y definitivamente aposentarse alli??

    abrazos grandes goathe!!

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  3. el camino, en efecto, es así porque se hace siempre hacia dentro

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  4. Inquietante. Fin del mundo, fin de la vida, fin de uno mismo, fin de la luz. Fin de nuestros mundos ¿fin o traspaso? ¿qué son el ahora y el después? ¿Postulados?

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  5. Estuve pensando en hacer parte del camino este octubre , pero micondición física no lo recomendaba :P.
    Muy buena historia.

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  6. amigo..los caminos siempre conducen a una meta..en este caso la meta es desgarradora...un abrazo

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  7. La meta a la que todos iremos llegando, unos más tarde que otros...

    Hermoso y desgarrador, Goathe

    Te mando un besooote

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  8. Como siempre para mi primero, que bella foto.
    Acompaña perfectamente al relato negro de ese joven flamenco que va a terminar sus dias alli. aunque reconozco que no tengo la menor idea de para que sirve la miel de beleño....

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  9. Y me provocó escalofríos... casi como si también hubiera estado de alguna forma allí...

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  10. Estremecedor. Me ha conmovido este relato en que la muerte llega inesperadamente, quizá fruto de la ignorancia. Me quedo con tristeza... Un abrazo.

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  11. Todos somos peregrinos, Goathe. Pero, hacia dónde?
    Besicos.

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  12. Y a decir verdad, por aca tenemos el autentico faro del fin del mundo que inspiro la novela; el Faro del Cabo de Hornos (linda zona para navegar...) la ciudad del fin del mundo tambien.
    Mas abajo tenemos la Antartida con una de las primeras bases establecidas, o sea de todo un poco al fin del globo

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  13. Muchas gracias a todos, muy amables por leer y comentar.

    Un saludo.

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  14. Camino de Santiago, es el camino de la vida, la agenda existencial con sus citas y detalles. Hice el Camino de Santiago, y fue más que un camino, fue...como te diría...recorrer mi propia existencia. El Teleno, monte de nombre romano que se divisa en lontananza desde Asturica Augusta. Mi niñez, en los veranos, pasó cerca de alli. Quien haya sentido el Camino de Santiago ha salido un poco de este mundo.

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  15. Qué bien narrado todo esos territorios lejanos y oscuros del fin del mundo y del fin de la vida como algo imprevisto, amenazador y tenebroso. Un texto de género.
    Escribes muy bien goathemala, muy bien.La fotografía acompaña de perlas a meterse en ese universo de monstruos.
    Inuits

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