Hojas del mismo árbol

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Conoció a la analista de sistemas por indicación su jefe para llevarla al trabajo. Se gustaron nada más verse. De regreso de un día arduo él quiso enseñarle los jardines. Pasearon bajo un cielo de tonalidades malvas. El otoño gastaba sus lápices de colores, de los árboles aún se deslizaban hojas como de cuero. El viento las amontonaba.

- No han tocado la tierra, ni siquiera son materia, pertenecen al mundo del aire y los sueños. Si agarras una antes de tocar el suelo podrás pedir un deseo, dijo.

La vio corretear como una niñita alegre dando grititos persiguiéndolas hasta que se hizo con una que guardó exclamando triunfo.

Al despedirse en las puertas del hotel sus manos quedaron prendidas un tiempo. A él le atrajo los hoyuelos de sus mejillas, a ella la tristeza en sus ojos.

Se separaron allí.

Transita ahora por aquellos espacios que hablan. Cuando agarra una hoja sabe que pertenece al mismo árbol.

Ella ha visitado dos ciudades europeas más y ha desarrollado una aplicación nueva. Desde donde desayuna se ve una bahía brillar. Las gaviotas están paralizadas de frío. Abre un libro. La hoja de arce sirve de marcapáginas. Pasa las yemas por su contorno, “me debes un deseo”, le dice.

Comentarios

  1. ¡Qué preciosidad de texto! Las hojas hermanan a los árboles, nosotros escuchamos sus susurros.

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    1. Anónimo12:51

      Salió desde unas ideas bastante precisas. Pedro - Goathe.

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    2. Anónimo12:51

      Gracias!!!

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  2. Qué suave fluye este texto...como el otoño en el que se basa...tenemos añoranzas ocres...

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  3. Maravilla de foto y texto, Pedro.

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