Dimorphotecas
No trajo el tiempo alivio alguno, ni reparo a la ausencia,
ni consuelo a ese dolor que le nacía dentro de su oquedad torácica y se
ramificaba por las articulaciones y empañaba la mirada como un río de aguas
turbias que alcanza su desembocadura en
su estado más lóbrego. El tiempo, sí, servía para mudar las vestiduras arbóreas,
sucederse las triquiñuelas políticas, para ver crecer a sus nietos adheridos a
la vida como si esta no tuviera suficiente munición para desarbolarlos acompasadamente.
Su único consuelo era el baño en las dimorphotecas, la
inmersión en sus colores con los ojos entrecerrados, las manos extendidas entre
el aroma acre, la caricia de pétalos en las yemas, recreando un tiempo fugado
en su silueta perdida, en su voz suave, en su andar aristocrático, rememorando por unos instantes que el amor le fue concedido.
Qué bella foto! Un baño reconfortante que casi compartí con tu descripción tan poética. Abrazos y felicidades.
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