MEMORIA DE LA LUZ



Había heredado el cuaderno, no sabía bien bien porqué.
Cuando ya había cumplido los siete años, y su bisabuela le sorprendió escribiendo, cosa que no le gustaba hacer en público, le llamó y le entregó aquel ajado cuaderno de tapa dura con un numero en la portada, el 99.
No le gustó mucho ni que le viera garabateando sus primeras palabras con una letra casi indescifrable: los otros niños escribían tan bonito, tan redondo…, ni tampoco recibir aquel viejo cuaderno. Algo le decía que era más que un regalo.

La Bisa, como la llamaba entonces, era una nonagenaria espigada y rápida, tenía los ojos de color violeta y la tez blanca, casi transparente. Su pulso no temblaba como el de la abuela al anotar los recados para la maestra. Tenía una letra elegante y delgada, vivo reflejo de su figura.

Cuando iba al pueblo, en verano a horas más tardías y, por las fiestas de navidad cada día más temprano, veía la Bisa interrumpir lo que fuera que estaba haciendo, buscar el cuaderno y mirar hacia el poniente, el naciente y la bóveda celeste. Durante un par de minutos, a veces menos a veces más, principalmente en invierno o en las lunas llenas del estío, se ponía a redactar frenéticamente en su cuaderno, para después guardarlo no se sabe dónde, y volver como si nada a la tarea interrumpida.

Nunca se atrevió preguntar lo que escribía, aunque le picaba la curiosidad. Creía que los demás ya ni se daban cuenta de un hecho que se repetía día tras día y era algo tan incorporado a lo cotidiano como dar maíz a las gallinas o buscar el pan por las mañanas. No era un misterio, simplemente no era cosa suya ni de nadie.

Sin embargo, pudieron más el rubor y la vergüenza al encontrar algo confidencial que afectase a su familia, como algún secreto de estirpe en el cuaderno. Por eso fue abandonado como una excentricidad que pidiera ser apartada de la vista. Ni siquiera fue abierto cuando su bisabuela abandonó este mundo, ni cuando se conjugaron los mejores momentos de lectura, una convalecencia hospitalaria o el aburrimiento en las tardes de invierno. Pasó las décadas juntando polvo junto a los apuntes de la universidad en el sótano del olvido.

Una mudanza cuando era ya un adulto lo trajo de vuelta. “Qué si puedo tirar estos papeles” decía un obrero sosteniendo precisamente el cuaderno en su mano enguantada.

Recobró su vida en un ático sin muebles mientras afuera la lluvia se deslizaba sobre el emparrado. Le asombraba que en el cuaderno apenas hubiera intimidades. En realidad se trataba de un diario que refería la “Memoria de la luz sobre las cosas”, un espacio donde con gran despliegue de adjetivos describía la luminosidad de cada momento, tan solo a través de una lectura entrelíneas podía intuirse el estado anímico de su escritora. Buscó la fecha de su nacimiento esperando encontrar una clave. “Me galantearon los cielos hoy, me volcaron furiosos rojos y naranjas, colores masculinos y sé la razón”. “El primer crepúsculo de mi bisnieto tuvo una aureola encendida que se fue desvaneciendo en violetas. Registro de crepúsculos 18/02/1959.” La última línea del cuaderno, unos días antes de su muerte era reveladora, “ahora me tocará llevar un historial de penumbras”.

Meditó y sostuvo un tiempo el bolígrafo como una batuta. Después anotó en el cuaderno su primera entrada: historial de luces, informe de amaneceres, entrada 1, día 12/12/11.
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Memoria de la luz nació de un comentario en Facebook realizado, mediante escritura automática, por mi amiga Gárgola. Una divagación en torno a una foto suya con la idea de que alguien lo continuara, cosa que realicé al día siguiente empleando la misma técnica. Fue un agradable paréntesis en un día muy ocupado. Que el escrito guarde sentido se debe, sin duda, al pulimento que Rayuela, le dio al texto. Sirvan estas palabras para expresarles, a ambas, todo mi agradecimiento.


Autora de la foto: Dora Kelvin 



Comentarios

  1. Bendita sea la escritura automática.

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  2. ummmm....delicioso,yo comparto la opinión de que no deben caer en el olvido los momentos pequeños e intensos que nos han tocado vivir y que nos unen al pasado y al futuro...luces,atardeceres, auroras...

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  3. es un gusto conocerte.

    un abrazo*

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  4. ...luces, atardeceres, auroras, instantes preciosos como el que acaba de ocurrir mientras leía tu relato. Muy de acuerdo con Max Estrella, Delicioso.

    Abrazos Pedro

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  5. Pues es un texto precioso y así mismo e título. Os felicito a todos: por la idea y por llevarlo a cabo

    Precisamente ahora estaba tramando cómo escribir sobre una tarde de nochevieja de hace algunos años y esta de hoy. Aquella se me quedó marcada porque llovia a mares y esta por lo azul del cielo. Sin duda, dos luces completamente diferentes.

    Abrazos y feliz 2012

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  6. Pedro Ojeda Escudero, gracias. Si se recurre a ella se debe asumir el riesgo de escribir algo sin sentido, como tantas veces me ha pasado. Sin embargo, en esta ocasión Dora me dio una excelente base para desarrollar.

    Un abrazo.

    Max Estrella, querido amigo, cuando uno suele darse cuenta de que esos pequeños momentos se hacen grandes en la distancia suele ser demasiado tarde. Sí, es imprescindible llevar un historial de las pequeñas coas.

    Un abrazo.

    Rayuela, gracias, bienvenida, muchas gracias por visitar mi espacio. Ahora te visito.

    Luz, la fragilidad y grandeza de nuestro mundo, nuestra temporalidad: es excelente constatarla, gracias por tus palabras.

    Un abrazo.

    TriniReina, gracias pues nació gracias a la idea de Dora Kelvin que es de una enorme creatividad. A mí los finales de año se me complican bastante en lo laboral (y gracias). Un abrazo y mis mejores deseos para el 2012.

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  7. No conocia esta forma de escritura del FB, pero si, de una frase puede surgir un cuento o todo un libro. 'the Ship' que originariamente tenia un titulo mas largo a mi estilo, pero todo el mundo lo llamaba el barquito y yo los llamaba al orden en ingles, nacio de 3 frases: una de mi analista, una de Isabel Barcelo, y la tercera de una que solia decir mi tio el marino. Hasta donde llegan las frases. Magnificas fotos como siempre, creo que voy a borrar las mias y vuelvo.

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  8. Las delicias de las cosas pequeñas, de los pequeños gestos, de las historias "pequeñas" que permanecen en nuestro recuerdo, que se anotan, que se transmiten y que nos conforman.
    Maravillosa idea, precioso texto. Ignoro lo de la escritura automática de fecebook, pero me parece genial si de ello surge la creatividad´.
    ¡Feliz año, también!
    Un saludo de color turquesa que presagie un verano de luz.

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  9. Delicioso. ¿Cuántas abuelas o bisabuelas nuestras habrán hecho gala de esa sabiduría, de esa sensibilidad que se ocultaba en el cuaderno? ¡Cuánto nos falta aprender de nuestros antepasados, qué grandes desconocidos son! Un abrazo muy fuerte, querido amigo.

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  10. Magnifico relato Pedro, una maravilla, he vivido unos instantes preciosos imaginando a esa abuela escribiendo bajo la luz del atardecer, guardando instantes de luz, sin duda alguna un gran tesoro a heredar.

    He estado muy malita con un fortisimo rsfriado, pero gracias a Dios ya va remitiendo.¿Y tu, como estas?, hacia tiempo que no venia por aqui, me ha alegrado mucho verte de vuelta.

    Que tengas un feliz Año y que sigas escribiendo relatos tan mágicos como este.

    Un beso

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  11. Precioso el memorial de la luz, todo un sueño que sigas con el "historial de penumbras",
    Expresiones
    Piedra

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  12. Soy lo que soy, soy como soy, porque he vivido lo que he vivido.
    Hasta pronto

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  13. No se porqué, pero juraría que había pasado y dejado mi comentario en esta anotación. Nos hacemos mayores !por Zeus!. Espero que, por lo menos, al final nos quede esta capacidad de recrear, para revivir nuestros recuerdos libres de todo aquello que les sobra.

    Salud

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