La huella recidiva
A veces, de algún oculto pliegue de nuestra memoria emerge el recuerdo del primer llanto, aquel que nos contaron y que se hizo fiel registro del abandono de la tibieza placentaria, los tiernos ojos heridos de resplandecencias, la gelidez de los espacios abiertos que no se entienden, los sonidos indescifrables y, entre ellos, los malabarismos de nuestra razón temprana para definir y aprehender todo aquello. Entonces no entendemos la vida, no entendemos al mundo. Justificado esfuerzo en lactantes pero banal impulso en los adultos, huella recidiva de nuestra animalidad: podemos ser algo aquella cosa que el mundo nos hizo, pero, ante todo, somos aquello que nosotros hicimos con él.
Cuánta verdad encierran tus palabras. Tendemos a culpar al “otro”, a las circunstancias de todo lo que acontece…
ResponderEliminarHermosa fotografía, Pedro.
Un abrazo, amigo.
Una fotografía hermosa en si misma pero, es que ademas ilustra de maravilla ese texto que la acompaña y que llega cargado de verdades que fueron y que son.
ResponderEliminarUn abrazo
Quien pudiera volver al origen de uno mismo y rehacerse...
ResponderEliminarMeme, gracias. Esa principio que olvidamos tan a menudo en nuestra cultura y que dice que el cambio comienza por uno mismo. Un abrazo.
ResponderEliminarLuis, desde muy dentro nació el texto. Ahora, con la distancia de unas horas, lo siento bastante espeso. Dejémoslo así, muchas gracias, abrazos.
Pedro Ojeda Escudero, gracias Pedro. ¿Lo haríamos? ¿Merecería la pena? Tal vez desde esta atalaya que nos da la edad sintamos esa inclinación, no estoy nada convencido de que el fruto del cambio fuera necesariamente mejor.
Gracias de nuevo, abrazos.
Excelentes palabras... para meditarlas escuchando buena música! Un placer descubrir esta pàgina Pedro... tomo nota!
ResponderEliminarGracias por la ambientación musical de las palabras. Nacieron de muy dentro. Un abrazo.
EliminarNo lo entendemos entonces, ni lo hacemos ahora. ¿Origen? es quizá el refugio más cálido para abrigarnos en los momentos de zozobra.
ResponderEliminarSalud
Y siempre está ahí. como posibilidad. Siempre tenemos alguno al que refugiarnos. Salud y gracias.
EliminarImagen a través del llanto, a través de la lluvia. El origen, el nuestro, agua. El origen del mundo, agua.¿En qué momento deseamos volvernos parte del agua, sentirnos protegidos por esa densidad tibia y placentaria? Si somos aquello que hemos hecho con el mundo, tendremos que volver a nacer para perfeccionarnos y perfeccionarlo. No sé muy bien en qué punto se establece el límite. Pero me gusta que tus palabras me sugieran preguntas. También me gusta mucho la foto.
ResponderEliminarUn saludo desde dique seco.
Me alegra que te guste Mafalda y sobre todo que te sugieran preguntas. Los textos, incluso los más ajenos, están sujetos a interpretaciones, espacios vivos. Un abrazo y gracias.
ResponderEliminarMe encanta la descripción que haces del asomar a la vida... más ahora que trabajo con niños, ea absolutamente cierta, igual que absolutamente cierto es lo infructuoso del esfuerzo del adulto y la fotografía... uuuffffff
ResponderEliminarY no te reconocí Pedro Sabalete... jajajajaja ;)
Gracias, seguro que dirías, quién es este menda....pues Goathe, el de toda la vida. Un abrazo.
EliminarUn buen texto mi querido amigo. Y una foto muy bien trabajada y con un procesado de lujo.Yo también visito el retiro a diario y me siento en la zona de la chopera mientras leo y espero a que sucedan cosas.
ResponderEliminarMe gustaría verte un día y charlar de nuestra afición y de lo que se nos ocurriese.
Un abrazo .
Por supuesto, Luis, ahora vivimos en Aranjuez que no es mal lugar tampoco. De todas formas, siempre llamo "mi barrio" al de Huertas, allí fui joven y en buena medida, me hice. Un abrazo.
EliminarQuiero anadar por esa chopera para hacer una fogata con las hojas muertas y ahumarme al igual que de niño, para volver a ser otra vez.
ResponderEliminarAbrazos
Piedra
Pues sí, somos el resultado de nuestra propia ecuación. Un abrazo, como siempre maravillosas fotos y apropiadas palabras. Beso.
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