El baile de la urraca


Es domingo, como todos los domingos del mundo el vuelo de un pájaro cruza una ventana y descubierto desde abajo dibujará un fugaz trazo de palitroque. La vista asomada al cristal vaga del verde voraz de la hierba a los árboles que la lluvia difumina a lo lejos y que parecen conservados en glicerina. La calle, sin transeúntes que distraigan el recogimiento dominical, se sostiene en una cadencia de piano.

Melancolía sublimada salvo por una urraca que ajena a este mundo, desde la rama de un pino, juega a saltitos locos, grazna, se revuelve traviesa, pone sus ojos en mis ojos, me dedica una especie de paso de baile de la lluvia. 
Sonrío.

Comentarios

  1. Hermosa postal, gracias Pedro por compartir tu intimidad.

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