Cabeza de gamba

Cabeza de gamba

No es común que, en este prado tan alejado, detenga la bici para anudarme los cordones y me observen los ojos de una cabeza de gamba meciéndose en la hierba. Negros, saltones, con una derrota mate en la mirada, la coraza algo seca, un bigote roto, los otros curvados. Cómo llegaste aquí, le digo.

La imagino escapando de la basura aupada por esos vientos atroces que derribaron gigantes arbóreos, caracolear en la nube hasta precipitarse aquí presintiendo que estos serían los corales entre los que acaso pudo refugiarse. Después de la vida esta aventura inesperada. Y la que le espera pues esa hierba es alfalfa que será segada cuando ella sea polvo salobre.

Su sabor aportará un sueño de litoral a un potro que levantara la testuz y en sus ojos se intuirán los reflejos de un mar distante nunca visto.

Comentarios

  1. Amigo Pedro eres un hilador de historias a partir de tus bellísimas fotos.

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