Señales de humo

 

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El sol muerde con ganas y no alivia el rumor de cauces ocultos en la vegetación. Hace años hice esta misma ruta, idéntico paseo. Tanto la disfruté que establezco, mientras camino, una comparación entre aquél entonces y ahora.

Tiene la melancolía algo de probabilidad fugada, de mirador donde recreamos el mundo perdido en un hervor de pretéritos. Útil como posibilidad poética, pero es un juicio más y por lo tanto un atajo a la tristeza. Arriba en la Iglesia de Couto, a la sombra de un olivo insólitamente recto, llego a esta conclusión y decido descender sin que el pasado intervenga.

Lo consigo parcialmente. No en vano, esta es la tierra de la nostalgia. La caseta del perro que me ladró está abandonada, los paisanos que terciaban una cerveza pueden ser los que ahora acarrean estiércol, las uvas que entonces probé tal vez estén presentes en esos pámpanos que se enredan, la lluvia trasladó la tierra de los intersticios de los adoquines.

Somos pasto del tiempo.

Indudable, como que también nos proveemos del mismo.

Entro al hotel pensando en esta entrada. Me descargo de sutilezas: cinco años, pero estoy más o menos igual por dentro y por fuera. Suficiente.

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Comentarios

  1. Carmen Hinojal16:05

    Pedro, sigue asi, amigo de andadura, las fotos, tan hermosas y que cuentan tanto, el texo lleno de poesia. La saudade te ha llenado el corazon. Mi avo, abuela, era portuguesa, vivia en la Raya, la frontera, un pueblecito entre Espa;a y Portugal. Ella siempre me hablaba de su pueblo, de sus fados, de la gente de su infancia. Me la has recordado con tu vivencia. Un abrazo Pedro, a ver si vienes pronto por clase. Se te echa a faltar. Carmen Hinojal.

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  2. Nada permanece inmóvil, ni siquiera nosotros.

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  3. Somos pasto del tiempo,nada que añadir. Un abrazo.

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