LA ALFORJA DEL SOLDADO
Por aquellos días las lluvias arrancaron el color de todo. Las gotas arrastraban el verdor de la vegetación, los ocres de los campos de labranza, el naranja de los atardeceres. Los ríos, incontenibles, buscaron el mar como arcoíris líquidos y las corrientes desterraron el cromatismo a lejanas tierras dejando una nación de grisura deprimente. Adecuada, pensó el dictador, para homogeneizar inquietudes.
Nadie supo que en la guerra que llevó al dictador al poder un soldado moribundo vagó por los montes y antes de bajar al pueblo a expirar, enterró entre pinares una alforja repleta de sus mejores momentos.
Décadas más tarde un pastorcillo miraba con asombro unas flores de tonos encarnados. Destacaban entre la apagada vegetación. Intentando averiguar el secreto encontró enterrada bajo ellas una alforja. La abrió.
Aquella noche, en la cena con su familia, levantó la memoria de un soldado, pocos años mayor que él, que amó a una muchacha de ojos verdes, a la besó tras bailar toda la noche. Tarareó música prohibida, recitó poesías y rubricó la euforia del amor correspondido. Más tarde desplegó el sabor de la fresa, historias de libros y la idea de un mundo nuevo.
Y cada palabra, al salir de su boca, llevaba un color que se fijaba a los presentes, tiñendo iris, sonrosando gestos, verdeando los arbustos.
La noticia de un valle de color verde no tardó en llegar al tirano que envío a sus mejores tropas para sofocar la revuelta. Regresaron asegurando el triunfo pero, en la intimidad de sus hogares, los tomates que saboreaban eran rojos.
Como cada amanecer, probando un café cargado, el tirano aparta las cortinas para deleitarse con la inmensidad de su poder. Un cielo fulminantemente azul le hace quemarse . Asustado, antes del desmayo, pudo balbucear a un escolta de mirada celeste "todo está perdido".
--
Foto propia, flor de rododendro. Dedico la entrada a mi idealista, Atticus.
Que paleta de colores nos abren tus palabras, Goathemala.
ResponderEliminarGracias.
Un abrazo
¡Qué hermoso! ¡Qué bien escrito!¡Qué buena historia para leerles a adolescentes!
ResponderEliminarFelicitaciones
Qué maravilla, gracias gracias y gracias (y más gracias, de esas que no se dicen y que sólo una sonrisa sin palabras es capaz de decir). Me gustaría saber más de ese soldado y, sobre todo, del campesino que encontró e 'tesoro'. Seguro que nunca más fue el mismo hombre, sino mejor. Y lo veo tararreando melodías a los pajarillo mientras labra el campo verde, verde, verde.
ResponderEliminarBesos grandes
Atticus
un gran post como lso que siempre nos ofreces, abrazos y buen inicio de semana
ResponderEliminarNada hermoso muere definitivamente. Siempre hay alguien, algún momento venturoso en que es posible hacer renacer la esperanza del reencuentro con lo bello...
ResponderEliminarTus relatos son siempre un contacto con lo bello.
Un abrazo.
Es hermoso, cargado de esperanza, me ha encantado. Muchos besos.
ResponderEliminarLa falta de color, de capacidad de apreciar las diferencias y la belleza de las cosas es algo que va como anillo al dedo a personajes como el que tu describes. Es lo que tiene el mirar únicamente a través de los propios ojos.
ResponderEliminarSalud
Creo que a veces no se puede comentar ante tan exquisito post, es decir, uno se imagina el cuadro pintado por tus letras y te transporta; por ello es que a veces no sé que comentar... (espero darme a explicar)
ResponderEliminarBrillante...
P.D.: que bueno que hiciste nombrar a "Atticus", ya me di una vueltecita por allí.
Me parece la pincelada de un sueño a colores.
ResponderEliminarMuy sentido. Gracias.
Un abrazo.
Uno de los deportes preferidos de los hispanos ha sido, tradicionalmente, la quema de libros: Almanzor, la Inquisicion, los detentadores del poder en general...
ResponderEliminarAh, la "quema de libros", terrible aficion...
Un abrazo
Me gusta mucho la luz de esperanza que transmites en el texto.Por más que nos intente aquietar la voz y el canto. El espíritu libre germina a pesar de las grandes represiones en todos los ámbitos de la vida y en todas las tiranías,pequeñas, medianas o grandes.
ResponderEliminar¿ViVa la libertad del espíritu creativo!
Todo esta ganado.
ResponderEliminarcon esperanza, con color, con ilusión, con ganas, para nosotros, todo esta ganado!!!
Precioso como siempre!! sigue ganando.
Un historia entrañable que llega a lo más hondo del corazón. Una vida truncada antes de tiempo y en condiciones tan dramáticas, admite una cantidad infinita de nostalgia. Besos, querido amigo.
ResponderEliminarMe dio algo de nostalgia leer la historia.
ResponderEliminarAbrazos
G
Es muy buena la imagen de la homogeneización de inquietudes...perfecta con el gris de la historia...hasta el final...el color siempre queda...y como dijo aquel.."de algo hay que morir" y yo añado aunque sea de soñar colores...
ResponderEliminarun fuerte abrazo
Mi querido amigo, no hay duda que contra el amor, no hay dictaduras que amainen los sentidos, lo supiste describir, y me enamore tambien.
ResponderEliminarBesos y abrazaos
Que buen tesoro el que el pastorcillo encontro.
ResponderEliminarY que buen color el que nos da tu relato.
El color de las palabras... Todas tienen uno ¿verdad? Qué buena historia.
ResponderEliminarEsa quema a la que te refieres, me suena a historia reciente de nuestra España...UN saludo
ResponderEliminarPero la esperanza es capaz de crecer en la más árida de las tierras, en el más apartado rincón... y no hay quien pueda detenerla cuando se posa en cada corazón... :)
ResponderEliminarAsí sea.
ResponderEliminarAbrazos.
Muchas gracias por sus amables comentarios. Saludos a todos.
ResponderEliminarSeguro que lo primero que salió de la alforja fue el verde esperanza y con el, detrás, todos los demás colores hasta completar el arco iris y sus mezclas.
ResponderEliminarQue siempre, el color del amor, ahogue a los grises de corazón.
Dos abrazos