Si el amanecer más frío…

 

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Si el amanecer más frío del año os diera por correr hacia el trabajo y llevar la intención de un explorador polar descubriríais cosas sorprendentes.

 

Como ejemplo, una acera inundada de hojas escarchadas trituradas y entre ellas, descollando como un islote, una hoja verde, veréis un perro de ojos entristecidos mejor abrigado que su dueña que tirita bajo la pelambrera de un pinar y una señora con ojeras y tinte rubio fumando junto a la Delegación de Hacienda. Al aire helado agitando banderas.

 

Si nos fijamos en las palabras veremos una pintada que dice “Todo me male sal” y “Sad boys” y un carpintero llamado Oli que se ofrece en las farolas mediante un papel rasgado. Sólo observar, repito.

 

Observar al tráfico formando hileras que buscan Madrid como desesperados cetáceos con humo y un río color boreal emanando vapores y mostrando raíces secretas en su fango.

 

Cuando os alcance el primer rayo de sol que nacerá bajo una nube jabonosa no hará falta. Habrá sudor para ese entonces, pero gustará el tono almendrado que deja en las marañas de zarzas.  Observaréis que carece de la potencia necesaria para arrancar un atisbo de primavera pero los patos de la orilla lo saludan. Y en semejante hielo, aunque intentamos no juzgar, creeremos que significa mucho la manera en que lo reciben, con ese desplegar de alas y esa elevación grácil de cuello.

Comentarios

  1. Observar es recibir un mensaje detrás de otro y a través del cálido filtro individual germinan en forma humana, como arte.

    Qué bonito, Pedro. Gracias por compartir. :)

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