Jimmy en Salamanca
No fue hasta media mañana que soltó el brazo de su madre y lo que, hasta entonces, podía ser un buen día comenzó a serlo. Brillaba la ciudad de Salamanca como refulge lo bello y, Jimmy, por fin olvidó a la Sra. Hopper y a sus compañeros del Centro de Trastornos Mentales y su madre se convenció de que, empacar cuatro trapos, dejar Denver e ir con la familia, incluido el pequeño, de vacaciones fue la mejor decisión.
Aquel detalle del brazo desasido y su hijo explorando por si mismo el mundo, arrinconando el autismo y relacionándose con sus hermanos, la emocionó. Más aún al reencontrar su sonrisa, tan infrecuente, al ver como un mimo imitaba a los viandantes o al descubrir las miradas que soltaba a las chicas, que por algo tenía dieciséis años.
Después, cuando el atardecer esparcía en las fachadas de piedra la sutileza del día, hubo de ponerle freno y no detallarle los ingredientes de ese plato, morcilla, que con tanta fruición ingería. Existió un helado de chocolate, fotos como las otras familias y un paseo por la ciudad iluminada para encontrar una rana de piedra y al irse a dormir temprano, pues en la mañana siguiente debían tomar un avión en la capital, la madre sintió un desprendimiento en capas de lo efímero y lo insano y, en silencio, con honda satisfacción, le vino el llanto.
Unos gritos en inglés desgarran la noche.
- Quiero quedarme, no me iré a ningún otro lado.
Una voz femenina intenta rebatirle sin éxito.
- No, no, no.
Me despiertan en la habitación del hotel. Al asomarme a la ventana vislumbro en la penumbra un autobús con personas impacientes y a unos metros de ellos y, en cierta manera, en los márgenes de ellos, a una señora que se acerca a un joven.
Se funden y se quedan callados.
Como en la foto: la belleza refulgiendo arriba, la sombra y la tristeza abajo.
ResponderEliminarSiempre me ha parecido que esa ciudad podía dar para muchas,muchas historias...
ResponderEliminarAdemás me encantará verla a través de su maravilloso ojo fotográfico a la vuelta...
Un fortísimo abrazo...
Me emocionó esta historia... en muchos sentidos: no solo pastillas y instituciones, la aventura del nuevo y el bálsamo del cariño frecuentemente obran maravillas :.
ResponderEliminarspero que lo estés pasando muy bien.
besos
es difícil desarraigarse de lo que quieres...
ResponderEliminarMaravillosa ciudad. He vivido en ella tres años y medio, hace dos años.
ResponderEliminarBuena foto de la Catedral Vieja y Nueva, seguramente hecha desde al lado del Rio.
La historia, preciosa. Una mezcla de candor, ingenuidad y ternura.
Besitos
Muchas gracias a todos. Nos queda una semana de vacaciones y ahí se acaba la prenda.
ResponderEliminarGracias.
Qué bella historia!Describes tan bien que no sé si es real o imaginado. Un final enigmático y unas fotos preciosas, que, como siempre traen a mi memoria días felices. Gracias.
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