Vendedora de sardinas entre lavandas
Vendía sardinas que parecían plata en Ponte de Lima. Sus manos hacendosas no paraban, en su mirar fogoso había un recelo del mundo, una desconfianza con las notas tiernas de una infancia sin cariño ni descanso.
La vi tres años. En los sucesivos por la puerta entreabierta resaltaba una báscula de bronce en la penumbra. Bolsas plásticas, el viejo aparador acaparando polvo. Su ausencia.
En las fijaciones de turista todos paseábamos por aquel arco medieval, ascendíamos al torreón y merodeábamos en su portal.
Las lavandas siguieron floreando.
Todo parecido.
Casi.
A mí aquel rincón me pareció desde entonces definitivamente huérfano.
La recuerdo de una foto en blanco y negro.....
ResponderEliminarEs cierto, esta vez quise ponerles tonalidades pastel a la lavanda que florece, por cierto, ahora.
EliminarEl mágico y sagrado rio Lima.... De verdad que es un rostro único excelente captura de instante el que logras a través de tu cámara. Sigue buscando y continua dándonos muestrasd de tu creativo peregrinaje.
ResponderEliminarSalud!
MAGNIFICA LA FOTO LO QUE TRASMITE
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