EL POLIZÓN. De como se hizo a la mar. 2/2

rio [1024x768]Caminaba de noche junto al Guadalquivir, bajo una luna que convertía en corriente de plata derramada sus aguas. Bebía de ellas y alimentábase de jaramagos y aceitunas resecas. Le acompañaban los sonidos de la fauna nocturna, escarceos de autillos o solitarios cucos que enmudecían con los aullidos del lobo. Deseaba morir. Pudo más la cobardía que el amor. Al descansar bajo las frondas lloraba con amargura y solicitaba a Dios que le abandonara y cediera su tiempo a Lucinda. Encontraba consuelo en cerrar los ojos e imaginar que se hundía en la tierra para quedar enredado entre raíces. Se creía entonces protegido en un vientre de arcilla que borraba sufrimiento y formas. No quería salir de allí pero se descubría al poco andando frenético siguiendo el curso del río.

Cortesanas sin corte, hidalgos callosos, timoneles de tierra, procaces clérigos, banqueros arruinados, toreros, pillos, labriegos, el más inverosímil paisanaje formaba ante si la población de esto que llamaban ciudad. Además de ello, las aguas más amplias que nunca, el ventajoso clima y los vestigios de antiguos pobladores, hacían de Sevilla lugar de asombro constante y puntal de nuevas vidas. La dársena por el contrario estaba tranquila. Un galeón embarrancado en la lengua de arena de Sanlucar alentó a los marineros a tomar bajeles para ayudar a su descarga. Aprovechando la escasa vigilancia cruzó la pasarela y se adentró en un inmenso navío. Allí, en la repleta bodega oculto entre sacos de trigo y una cuaderna, pudo ver cumplido su anhelo de desaparecer.

Días imprecisos de bamboleos y hedores de sentina y estiércol. Inerte, en postura fetal, dejaba pasar la horas sin apenas respirar. Fue descubierto tras realizar la aguada en la Gomera. Rudas manos le condujeron a cubierta. No entendió los gritos que pedían arrojarlo al mar o colgarlo del trinquete. Sin apenas poder tenerse en pie su mirada, más celeste que nunca, se perdía en la admiración de la inmensa mar. Nunca vio nada semejante, por un instante olvidó toda su aflicción, y se sintió afortunado viendo el azul inmenso donde los refulgentes rayos del sol arrancaban resplandores dorados. El alboroto llamó la atención del almirante que imponiendo su mando ordenó que lo condujeran a su camarote tras proveerle de ropas y viandas.

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Don Gabriel Curucelaegui, almirante del Santo Espíritu, era un hombre avejentado por la vida marina y el cansancio. El mal afeitado unido al porte seguro, al vozarrón grave y a la piel cuarteada por salitres de todos los mares le daban una apariencia terrible, como si el trato con él hubiera de transcurrir por vericuetos de miedo y obediencia ciega. Quizás eso explicara los temblores del muchacho cuando fue conducido a un austero pero amplio despacho tapizado en tela. No tardó en entender el almirante que lo que tenía enfrente no era el polizón habitual. A su conclusión le ayudo mucho que el joven no quitara ojo de un estante donde se apilaban libros.

- ¿Y vos, sabes leer? Debo entregarte a la Justicia nada más tocar puerto, ¿Entiendes?

- Sea como fuere señor y sí, si se leer. Las letras han sido mi mundo, me dieron mi único goce exceptuando...- calló por poco tiempo el muchacho -.

Sintió desahogo al contar su desventurada vida, el impetuoso y fatal carácter. Fue la desesperación pero también cierta cadencia paterna en el hablar del marino la que le dio la confianza para explayarse. De inmediato se hizo el trato, pacto de solitarios cultos. Mientras estuviera a bordo se ganaría el sustento siendo el lector del Almirante dado que su agotada vista emborronaba los textos impidiéndole deleitarse con la lectura.

Al tiempo en que el barco dejaba estelas de espuma se desentrañaban historias de marinos primigenios que a su regreso fueron reconocidos nada más que por su perro, de aventureros a lomos de cabalgaduras raquíticas que arremetían molinos y hacían surgir risas y confidencias entre ellos.

mar cruzado [1024x768]La tarde en la que por vez primera se vislumbraron pájaros, el almirante le dijo. "No puedo jugarme lo que me queda de prestigio, ni tampoco tenerte en el navío que frecuentan alguaciles e inquisidores. Esta noche serviré vino a la tripulación por lo que con las primeras luces del alba no habrá nadie despierto. Mañana avistaremos tierra, te acercaré en barca y te proveeré de un zurrón".

Con la claridad la mar susurraba melodías que se apagaban en la niebla, la barca se mecía con suavidad, acunando a sus pasajeros. "Quizás sea lo conveniente para alguien que quiere nacer de nuevo", pensó. Al despedirse no pudo evitar un sofoco por Don Gabriel, el adulto que mejor le trató.

Sus primeros pasos por la playa tropical le asombraron, de la espesura llegaban estruendo de animales nuevos. Anduvo en la dirección señalada sin saber que en el zurrón llevaba unos doblones, la dirección a la que presentarse y la Odisea.

Se afirmaba la mañana, la bruma comenzaba a desvelar islas y paraísos de infinitos matices verdes. Le llamaron Sebastián Guerrero, nombre que ahora entierra, cuenta con dieciseis primaveras.

¡Bruma, oh bruma, hazme renacer como una criatura nueva!

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Fotos propias y de Nahuyaca.

Comentarios

  1. Las segunda partes son las que hacen todo: engrandecen la obra o la echan por tierra. Y aquí, Goathemala, la mejora y mucho. Se nota, como bien dices, que esta prosa te solicita más tiempo y renunciar a la velocidad de los escritos internautas. Si la historia es del XVII, nada mejor que acometerla en su propio tiempo, no ya con el lenguaje, que puede ser contemporáneo y que tú dejas absolutamente bien arreglado con esos adjetivos y sustantivos cultos e infrecuentes en la actualidad, pero sí con el juego sintáctico El barroco es lo que tiene: precisa un verbo rico y frases engalanadas, llenas de requiebros y dobles matices, que distan de la celeridad de la Red. Yo cogía un lápiz o un boli o el ordenador y me ponía a darle alas a este polizón (te está pidiendo más vida...).
    Bien hecho (¡sigue!)
    Besos
    Atticus, que pretende recuperar su blog

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  2. Sinceramente creo que una historía formidable para ser contada, y miles para ser imaginadas por los lectores.
    Un saludo

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  3. Hasta en los peores momentos encuentra un@ un ser que lo aliente. Ahora, gracias al almirante Curucelaegui, se le ha dado una nueva oportunidad, ojalá le sea propicia.
    Conociéndote un poco, pienso que estarás tramando la 3º parte.

    Abrazos a pares

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  4. Cómo que 2/2???... de eso nada querido amigo... "vas obligado" a seguir con la historia, además, en la travesía apenas te has detenido... :(

    Bueno, confío en que no te demores en seguir con la historia de nuestro nuevo amigo... :)

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  5. De momento aquí queda la historia. Se me fue largo para este medio que requiere tanta ligereza pero eso me alegra. Los problemas para contenerme me demuestran que cada vez disfruto más escribiendo.

    Vino a visitarme este polizón hace casi un año. Supe el periodo en que ubicarlo, a finales del XVII. No pude entonces contar su historia porque me era apenas susurrada y dudaba que hacer con Lucinda, la pobre chica violada. Preferí dejarlo así porque entiendo que despiadados fueron aquellos tiempos , especialmente para las mujeres que ni siquiera tuvieron la posibilidad de ir libres al Nuevo Mundo o de hacerse aventureras.

    Existió la excepción de la monja alferez, Catalina de Erauso, si alguien quiere leer su sorprendente historia de su propia mano puede hacerlo aquí:

    http://moourl.com/vmh5c

    Por cierto, Gabriel Curucelaegui existió realmente.

    Saludos.

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  6. Me devolviste a mis primeros estudios, Sanlucar de Barrameda, uno de los puertos utilizados por Colón, me uno a las opiniones positivas hacia tu prosa estimado amigo.

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  7. No sabría que decirte para alargar tu historia. Sólo la opinión de una ávida lectora. Deseo leer más...

    Un cordíal saludo

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  8. Goathemala, tienes mucho talento. Besos.

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  9. Amigo, bella historia y bella forma de contarla.

    Un abrazo

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  10. Señor, cuenta su polizón con mano amiga en las américas, si es que esa fue la ruta, porque muchos trópicos hubo donde navegaron los navíos de la pesada Corona.
    Allí en California, alta o baja, por ejemplo le espero.
    Y no le dé tan corta vida a su invención, ahora que empezó a gozar de los placeres del mundo, para él, exótico. Y permítase llenar los nuevos mundos de espíritus justicieros y aventureros, que falta nos hace.
    Le recuerdo que poco importan los siglos, sino los tiempos, y para Sebastián Guerrero, serán días de gloria.
    Abrazos, Z+-----

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  11. Amigo vaya como escribes...el texto es una mravilla...me recordó el último libro que lei de Matild Asensi
    "Tierra firme"....un abrazo

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  12. Con retraso y bastante apurado de tiempo !oh brumas de la realidad! ;-), paso a leerte y a disfrutar una vez más de la interesante historia con la que nos has regalado.

    Gabriel Curucelaegui y Doña Catalina, son personajes que me tocan muy de cerca y ha sido para mi un placer encontrarlos en tu relato y en los comentarios...

    Salud

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  13. Confieso,me hubiera gustado saber que pasó con ella. Aunque el destino hace jugadas acertadísimas, quizá vuelvan a cruzarse los dos, después de la reinvindicación de ambos.

    Suerte al ex-polizón.

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  14. Increible,pero creo que nos quedamos con ganas de más...debe templar el ánimo y rellenar folios y folios pues creo que da para más
    un fuerte abrazo,mi admirado amigo...

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  15. En una especie de retorno, quizás como los cangrejos nos hicistes retroceder en un retrovisor a través del tiempo.

    Una buena historia, que aunque como dices en blogs a veces parecen laragas, me gustó, la leí detenidamente y le sacan a uno de la velocidad mágica de la Internet.

    Abrazos!

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  16. Bueno ya dejamos a salvo al polizón, ya empieza el joven una nueva vida...

    Ya llegamos al final del relato, pero lo grande, más que el argumento para mí, es la narración, la bella prosa, la ambientación... ¡todo perfecto!

    ¡Es un placer leerte! Se que me repito, pero es lo que me sale decir, espontáneamente.

    Un abrazo.

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  17. Anónimo12:54

    Ya tenía yo ganas de saber cómo seguía la historia...

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  18. Como nos haces viajar por estas historias entre palabras e imaganes, eres un mago del relato!
    besos y abrazos

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  19. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  20. Gracias por esta segunda parte, siempre lo he dicho, deberías publicar una compilación de tus historias.
    Abrazos!!!

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  21. Nunca habia pensado en la niebla como nacimiento...siempre como algo misterioso....y sinembargo, que buena metafora!! que poetico!! precioso como todo lo que te leo siempre!!
    Un abrazo.

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