Recuerde el alma dormida
Tal día como hoy, en 1476, las campanas de la solariega villa de Ocaña tañían. Acababa de morir un hombre. Lo hacía de manera terrible, con un cáncer de cara que le estragó el rostro si bien acató su final con un ánimo sereno. Su hijo, hasta aquel entonces un poeta más del amor cortés, que alternaba tanto la pluma como la espada, quedó tan afligido que decidió dedicarle unos versos.
Le imagino en un aposento junto a una mesa de nogal, a veces unas lágrimas emborronan su caligrafía. Afuera hostigan los vientos del invierno castellano. Escribiendo desde un estoicismo confundido con ascetismo, transformando el dolor en entereza, fue tomando forma el más admirable planto en castellano; bastante más que un elogio fúnebre. En él se encuentra la primera incursión de nuestro idioma en la introspección filosófica: la contemplación misma de la vida como bien perecedero, de la humanidad como víctima del tiempo, de la belleza como objeto más de nostalgia y brevedad que de celebración.
Todo un canto a la vida, a lo rápido que se va...y como a todos nos pone en su sitio la negra señora...un abrazo
ResponderEliminarLa vida, ese soplo entre dos eternidades...
ResponderEliminarMil besos, Goathe
Qué hermoso poema, Goathemala. Yo lo siento como un cantar a la vida, una llamada del alma a valorarla, a no dejar que fluya con tanta libertad río abajo, porque, ¿Para qué correr si se puede pasear, y ver, y sentir y saborear?
ResponderEliminarSaludos cálidos
Amigo mío,estoy seguro que ni los actuales ocañenses conocen tan peculiar historia...todavía guarda la villa mucha parte del encanto sobrio,castellano que usted tan bien evoca...me toca de cerca.
ResponderEliminarA ver si nos inspira algo pronto ese recogimiento...
En cuanto a las coplas,una auténtica maravilla universal y un gozo del idioma...
Me quito el sombrero.
Un abrazo
Hay fechas que no se olvidan, sobre todo por la trascedencia que nos dejan.
ResponderEliminarVoy a recordar y aprender junto a tí con esto que nos compartes.
En breves palabras en el poema, escribe mucho y dice más.
Ya fuí a ver el flickr.
Abrazos amigo.
Graciela
Me gusta eso de "meditacion engendrada por el dolor", no hay duda que asi es como siente y vive el poeta sus instantes.
ResponderEliminarBesos
La vida es efimera y breve, por eso hay que aprovechar lo que se nos da y no añorar despúes.
ResponderEliminarotra de mis innumerables lecturas pendientes.
ResponderEliminarReconozco mi debilidad por la poesía clásica castellana. Jorge Manrique es un poeta adelantado de su tiempo y es una referencia poética paratodos los que amamos la poesía.
ResponderEliminarAgradezco ese hermoso texto que lo recuerda.
Un abrazo
Creo que esos versos fueron de los que intenté memorizar en mi adolescencia. Tienen algo de inexorable, mucho de reflexivo y, sobre todo, son profundamente humanos y conscientes de las vanidades de la vida social. Me ha encantado leer de nuevo esas estrofas. Y además, desconocía que el poeta fue enterrado en el monasterio de Uclés. Fuí una vez allí, pero no he podido verlo abierto. Besitos.
ResponderEliminarCómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando. Bonitos versos aunque un tanto angustiosos. No me gusta pensar en la muerte, soy más bien de las personas que viven el hoy, ni siquiera existe el mañana.
ResponderEliminarLa primera vez que leí "Las coplas a la muerte de su padre", me impresionó por la forma de como hablaba de la muerte y de los que marchan de este mundo. Hoy en día después de tantos años, me sigue impresionando.
ResponderEliminarUn abrazo, Goathe.
Que llegados son iguales
ResponderEliminarlos que viven de sus manos
y los ricos...
A mi padre le encantaban y consiguió que fuera igual con todos sus hijos, y la vida te enseña después (Y más si profesionalmente vives un mundo donde es tan habitual ver morir) cuanta verdad tiene... sobre todo... el fin.
Fue hace unas semanas cuando me enteré que su padre había muerto en Ocaña y que el comienzo de esa obra universal fue allí, muy cerca de donde vivo. Ninguno tiene una calle dedicada en esa localidad. Eso sí santos y mártires por doquier.
ResponderEliminarNada mejor que saborear el jugo que una obra literaria universal nos deja. Yo comparto la impresión de LYS, la obra me parece un Carpe diem, una exaltación del momento. Es en ese punto donde se aprecia el matiz renacentista de Manrique.,
Muchas gracias por sus comentarios.
--
Saludos, Goathe.
QUe bello homenaje. Totalmente de acuerdo: el poema es un consuelo, al menos así lo he sentido siempre.
ResponderEliminarhttp://www.cofredeartesanias.blogspot.com/
ResponderEliminarNo, no es el dolor, es una manera de consolar al alma, con jarabe de versos.Afortunados los que hallan consuelo de tan hermosa manera.
ResponderEliminarDos abrazos muy fuertes
En el profundo dolor sentido somos capaces de expresar nuestro mejor canto.
ResponderEliminarHace unos días la muerte me ronda (quiero decir, entender la transcendencia de ella y poderla transmitir a los más pequeños para calmarles la angustia). Me urge desvelar el sentido de la vida y la muerte.
Como dirían en el zen:
SUTRA DE FINAL DEL DÍA
"Vida y muerte son un asunto serio. Todo pasa deprisa;
estad todos muy vigilantes,
Nadie sea descuidado,
nadie olvidadizo."
nuits
que tal..
ResponderEliminarme parece intenteresante tu sitio..
un abrazo..
saludes..
"En la su villa de Ocaña
ResponderEliminarvino la muerte a llamar
a su puerta..."
Guardo, como "oro en paño", el disco con la version de Paco Ibañez...
Un abrazo